¿Te has puesto a pensar dónde está hoy la aguja de tu velocímetro de vida? ¿Te has puesto a pensar en el ritmo de vida que llevas?
Las transformaciones tecnológicas modifican nuestros hábitos e, incluso, me arriesgo a decir, nuestra forma de concebir el mundo. Las plataformas de streaming que propician el contenido “on demand”, el fenómeno “lo quiero y lo obtengo ya” que generan los buscadores de Internet, la pérdida de las reales dimensiones del tiempo y el espacio que producen estas mismas tecnologías, han determinado una forma de vida rápida, fácil y espectacular. ¿Quién no conoce acaso a un niño o niña que en su futuro -incluso, presente- quiere ser youtuber, esas estrellas del mundo digital? Pues bien, puede ser posible que esto ocurra. ¿Por qué no? ¡Sólo alcanza con abrir un canal de Youtube y echarle ganas!
Vivimos inmersos en el modelo de fast life.
Te preguntarás de qué se trata y te lo diré fácilmente: estoy segura de que en el día de hoy, mientras cocinabas, veías televisión; probablemente comiste de parado y en menos de 15 minutos, y ni siquiera has reparado en qué has comido; te aseguro que hoy has dormido poco; que has pasado muy poco tiempo con tu familia; y que no te has tomado ni siquiera 5 minutos de tu día para meditar o dejar de pensar en lo que tienes o debes hacer. ¿Me equivoco?
Te propongo otro ejercicio ahora: dime si no aplicas el modelo “rápido, fácil y espectacular” a tus deseos, a tus aspiraciones personales o laborales… Lo quieres ahora, lo quieres sin vueltas, lo quieres grandilocuente… ¿Cómo te ha ido con ello?
Bien. No eres el único/a: la gran mayoría de las personas sienten frustración, estrés, desánimo y enojo. Sin embargo, la primera buena noticia que tengo para darte es que estas emociones brotan a causa de esta forma de vivir y de entender la vida. La segunda, es que puedes revertirlo y trasmutar todo eso negativo en bienestar para ti y para tu entorno.
¿Cuál es la propuesta que tengo para hacerte?: el modelo slow life. Te cuento brevemente en qué consiste: en 1986 surgió en Roma este movimiento en oposición a la cultura “fast food” que arrasaba con todo desde el otro lado del Atlántico. Este movimiento propone básicamente “bajar un cambio” en nuestro modo de vida.
¿Es esto posible con las exigencias que nos antepone la vida actual? Debe serlo. Mi invitación es hacerlo en la medida en que tú puedas, en que cada uno de nosotros pueda. Sin pensar en utopías ni locuras inalcanzables, ni ideales, sólo en aquello que cada uno puede lograr. De esta manera, con pequeños cambios, podremos generar hábitos que se puedan sostener en el tiempo.
Para finalizar, me gustaría contarte que esta propuesta que estoy haciéndote no implica sacrificios. Está altamente extendida la idea de que para estar mejor debemos sufrir, sacrificarnos. Nada de eso tiene lugar en mi método. Simplemente porque ningún cambio es posible si no nos gratifica.
Entonces, te invito a repensar tu día a día. Tu velocímetro de vida. A escanear tus emociones. A poner en la balanza lo que ganas y lo que pierdes con el ritmo que traes.
Te invito a generar transformaciones en serio. ¿Estás listo para empezar?