Me gustaría en este artículo que continuemos reflexionando sobre lo que charlamos en el anterior: las teorías/discursos/disciplinas que buscan dar explicaciones alternativas a la realidad emocional de las personas y que, de alguna manera, se han puesto en boga.
Leo, veo e incluso escucho en mis sesiones palabras y expresiones como “sistemas de creencias”, gente que está “en la búsqueda de algo” o que quiere “hacer contacto con el niño interior”, o que necesita “sanar heridas del árbol genealógico”.
Por supuesto que todos los enfoques me parecen válidos y útiles para el autoconocimiento si se abordan de forma responsable y profesional. Sin embargo, creo que debemos ser respetuosos de nuestra realidad interna y tocar con cuidado ese mundo emocional para no quedar empantanados en angustias y preguntas que, en realidad, no tienen respuestas; y, si las tienen y salta a la vista que nuestro cerebro las ha guardado bajo siete llaves, puede significar que simplemente nos está (estamos) protegiendo de “algo” que nos puede dañar.
Llegan a sesión, como decía, muchas personas que han desandado su vida, que ya vienen con un proceso de autoconocimiento pero que, pese a ello, siguen sin hallar un páramo de alivio y sin poder generar cambios.
Y esto, ¿por qué?
Si pienso en las neurociencias, se me ocurre imaginar al cerebro humano como una CPU que cuenta con un código que posibilita abrir un archivo; existe en su interior un código encriptado. Comúnmente a este código se lo denomina “creencias”. Sin embargo, como ya dije, esta es una mirada emocional del fenómeno que embarca a las personas en una búsqueda introspectiva en la cual muchas veces se ven arrinconadas en laberintos emocionales donde el minotauro son ellas mismas; la persona se convierte en su peor enemigo, su peor recurso, cuando, en realidad, ella misma es su único recurso y el que necesita.
En mi método de abordaje no hablamos de “creencias” sino de “códigos”. ¿En qué consiste el trabajo que vamos a realizar para que tú generes el cambio que necesitas en tu vida? Consiste justamente en reprogramar el código, reconfigurar órdenes que están configuradas en automático en tu cerebro.
En la función mecánica, que es automática, nuestro cerebro relaciona información, historias y experiencias con resultados, y desencadena formas de actuar y pensar. Por eso se vuelve fundamental que llevemos a la conciencia que esto está ocurriendo.
Luego viene la parte divertida: intervenir el circuito mediante lo que llamaremos “hacks”.
¿Qué son los hacks?
Son pequeños trucos para ganarle a tu sistema. Y que abrirán la puerta para que se generen nuevos circuitos, para que nueva información se produzca, para que se abran caminos que nos permitan tener una nueva perspectiva sobre nuestra realidad y nuestra historia.
Dicen que los hackers son personas que buscan la libertad, que se basan en la creatividad para abrir espacios. ¿Te animas a ser el hacker de tu vida? El cambio está a la vuelta de la esquina.