Nuestra mente es compleja; nuestras emociones, también. Las personas venimos buscando explicaciones a nuestros fenómenos internos como a los externos desde los inicios de la humanidad. Primero fue el pensamiento mágico; luego llegó la ciencia. La búsqueda de respuestas no tiene fin y a veces parece que necesitamos encontrar una bien simple para escapar al caos de la incertidumbre.

Así aparecen discursos de todo tipo, modas, quizá, o no tanto. Algunos con asidero o fundamento; otros, sustentados en el aire que los sostiene. El discurso de la autoestima es uno de esos discursos que parecen haberse puesto de moda y que actúa como comodín para darle sentido a todas nuestras dolencias emocionales.

Pero, ¿es tan así?

Nadie niega que la falta de amor propio pueda ser la respuesta para situaciones poco felices en las que nos vemos envueltos. Sin embargo, poner a la falta de autoestima como madre de todos los males es erróneo; no debemos ser muy avispados para darnos cuenta simplemente porque no puede ser. 

Echarle la culpa de todo lo que nos pasa a la falta de amor propio es simplificador y nos calma. Seamos sinceros: las respuestas “redondas”, nos calman, nos quitan del lugar de la pregunta, de la indagación, de la incertidumbre. Nos llevan a un lugar de “comodidad inquietante” porque en realidad sólo son un placebo. Creo que en el fondo bien sabemos que detrás de “me pasó esto porque no me quiero” hay un escenario al que no queremos ni echar un ojo porque requeriría valentía y responsabilidad emocional.

La autoestima (o su falta) es un discurso que se ha vuelto casi absoluto. Así entonces, simples problemas que se nos presentan y que nada tienen que ver con la estima son significados desde ese lugar erróneamente. Es cuando aparece un entramado narrativo digno de una película de espías: hay autoboicots, enemigos internos actuando en las penumbras y otros tantos personajes que nos inventamos.

Por otra parte, y ya para terminar, quería decirte que justificar todo lo malo que nos pasa desde el lugar de la falta de amor propio también puede ser riesgoso si se da en el marco de una situación de violencia real (del tipo que quieras: física, psicológica, patrimonial, etc.). En estos casos, argumentar que nos pasa lo que nos pasa simplemente porque no nos amamos es un error garrafal que puede derivar en consecuencias graves para nosotros mismos y nuestro entorno.

¿Piensas que es la falta de amor propio la madre de todos tus males? ¿Estás seguro/a que es así? Pues te voy a decir que aunque sea cierto que tu estima puede estar un poco tembleque, es probable que tengas que trabajar otras cuestiones que nada tienen que ver con tu estima. Y que encuentres una respuesta rápida y real a tus males. 

¿Te hacen sentido mis palabras? ¡Cuéntame!

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