Los hábitos pueden cambiar nuestra vida. Sin embargo, para que ese cambio tenga lugar los nuevos hábitos deben sostenerse en el tiempo. ¿Qué garantiza que se sostengan en el tiempo? Que te hagan sentido a ti.

Escucho en mis sesiones personas urgidas por cambiar sus hábitos, más que nada los que se relacionan a la alimentación y a la vida saludable en general. Muchas de ellas ya han empezado algún tipo de camino según “algo” que leyeron o escucharon por ahí. Por citar un ejemplo, han incluido “jugoterapia” a su día. El problema es que existe una falsa y extendida concepción sobre la jugoterapia y es que se hace en base a frutas cuando, en realidad, la jugoterapia se basa en un 95% de verduras (para evitar el excesivo consumo de azúcares). 

¿Lo estás haciendo mal? Tranquilo. Tranquila. ¡No es tu culpa! Muchos discursos empiezan a rodar y nos dan argumentos que creemos válidos para iniciar cambios positivos en nuestra vida. Sin embargo, a veces no es tan así. Allí radica la importancia de trabajar con profesionales, especialmente si de dietas se trata, porque la alimentación no es un juego. En mi caso, todos los planes alimentarios que puedo ofrecerte están avalados y monitoreados por profesionales de la nutrición. Esto nos garantiza evitar errores comunes como el que acabo de mencionar.

Además en mi método de trabajo para el desarrollo personal y profesional la alimentación sólo puede ser un comienzo para iniciar cambios integrales de hábitos, que incluyan a todos tus hábitos (afectivos, de higiene, de comunicación, etc.).

Mitos sobre los hábitos

Existen muchos mitos sobre los hábitos. Uno de ellos tiene que ver con los hábitos de alimentación, concretamente con los desayunos. Se ha instalado la idea de que el desayuno debe ser copioso y abundante. Se realiza esta afirmación deliberadamente sin tener en cuenta que cada organismo es diferente y que la primera ingesta del día debe regularse según las características de esa persona. Es el caso de las personas con rasgos ansiosos, por ejemplo, a quienes una ingesta excesiva de ciertos alimentos en la mañana podría traerles alguna complicación en su cuadro. 

Otro gran mito -que abordaremos más adelante- tiene que ver con relacionar a los hábitos con la alimentación, el sueño y el ejercicio físico. Es este un gran error porque los hábitos son mucho más que eso. Son todo aquello que aprendimos desde que nacimos hasta el presente, y que llevamos a cabo de forma automática. Así entonces tenemos hábitos emocionales, de higiene, de comunicación, etc. Incluso nuestros pensamientos se estructuran en torno a ellos.

La relevancia de entender este concepto radica en que si queremos producir cambios reales en nuestra vida deberemos apuntar a todo el espectro de hábitos, no únicamente a la alimentación o la vida saludable.

No busques ideales

Muchas personas acuden a sesión trayendo un “ideal” que también han “comprado” o visto, o leído o escuchado por ahí. Pero ese “ideal” es justamente eso, un ideal. Nada tiene que ver contigo o conmigo; quizá se acerque más a uno o a otro, pero no puede aplicarse como un molde para hacer galletas. No. Somos personas, no productos.

Si tú quieres ser ese “ser” al que apuntas, ese que se levanta a las 5 de la mañana a hacer ejercicios, que ingiere x alimentos, en x raciones, que tiene tal o cual rutina, pero ni por las tapas te le pareces a ese “ser”, deberás hacer grandes sacrificios que no te harán sentido con lo que eres ni con lo que necesitas en realidad.

Y lo peor del caso es que ante tanto sacrificio y sufrimiento es muy probable que abandones tu propósito en poco tiempo.

Te diré algo y te lo grabarás a fuego: la clave para que un hábito genere un cambio real en tu vida es que se repita, que se sostenga a largo plazo. De esa manera, tu cerebro generará nuevas conexiones con nueva información; nuevos circuitos que garantizarán el cambio. Si te embarcas en una empresa imposible, jamás alcanzarás lo que anhelas. Quizá puedas convertirte en un nuevo “ser” pero nunca podrás habitar ese nuevo “ser” porque no serás tú.

Entonces, mi propuesta es que busquemos un “ser” en el que tú puedas estar. En el que puedas estar a gusto, que puedas sostener. Una versión de ti real. Un cambio tangible y concreto. Sin sacrificios, sin dolor, con satisfacciones y logros que puedas celebrar.

¿Buscamos las copas?

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