El talento, ese preciado y «exclusivo» don…

Hoy quiero hablarte a ti, que muchas veces sientes que fracasas. Que ves a los demás desbordar de talento, exitosos, brillantes, mientras tú, del otro lado, te conformas con vivir más o menos bien y guardas tus sueños en un baúl lleno de candados al que nadie puede acceder; ni siquiera tú, porque llegas a sentir vergüenza de lo que en realidad anhelas.

Calma. Sé lo que sientes. Lo he sentido. Todos lo hemos hecho y no es casualidad. No lo es simplemente porque la sociedad y la historia de esta cultura occidental nos han dicho hasta el cansancio que si cometemos un error somos un fracaso. ¿No es así? Probablemente en este momento vuelva a tu memoria aquel “error” que te llevó a enterrar tus deseos de ser quien verdaderamente deseas ser. Es duro, lo sé. 

Y no sólo eso, esta sociedad y la historia de esta sociedad occidental han instaurado, además, la idea de que algunos “nacen con estrella” mientras la mayoría “nacemos estrellados”. 

De los errores se aprende

Bien, vamos a romper con estas ideas de sentido común que tanto daño nos hacen. En primer lugar, quiero que entiendas que nadie es un fracaso por cometer errores; no hay ser humano que no los cometa, es imposible. La historia está plagada de errores que llevaron a mejoras; la historia de la ciencia es un cabal ejemplo de esta dinámica: el error trae bajo el brazo un aprendizaje, ya lo dijo Albert Einstein, no con esas palabras exactamente, pero lo dijo.

Por otra parte, si bien es cierto que algunas personas llegan a este mundo con más talento que otras para ciertas actividades, también lo es que con el talento solo no alcanza. De hecho puedes pensar en este instante en tres personas muy talentosas para “algo” que no son exitosas, que llevan una vida gris o que, incluso, ni siquiera advierten que poseen ese don maravilloso de la vida.

También están los otros que, envalentonados con la conciencia de su propio talento, se dan contra la pared ante el primer error y tiran la toalla sin más.

El talento solo no sirve: debe ir acompañado de la gestión

¿Qué es la gestión del talento?, te preguntarás. Consiste en diseñar estratégicamente las mejores opciones para limitar el mundo del fracaso y de la posible frustración con el fin de garantizar un objetivo. Usar ese talento con el menor margen de error posible y con la mejor estrategia para poder desarrollarlo.

Debemos ser gestores de nuestro talento. Tú debes ser gestor de tu propio talento. Porque, como dije anteriormente, con el talento solo no alcanza. Lamentablemente vivimos en una sociedad “vidriera” -idea sobre la vida que refuerzan las redes sociales, por ejemplo-, en la cual se exhiben logros (algunos, no tanto) pero nadie ve lo que está detrás, que es la práctica, la mejora y el desarrollo. El talento solo no vale: necesita gestión, necesita ser pulido y también necesita del error para mejorar.

Para finalizar te voy a empezar a contar sobre otro actor que está metidito en todo este lío sobre nuestra autopercepción, la percepción del fracaso y del talento; un actor que está dentro nuestro y al que podemos “hackear” de a poquito: el ego. ¿Te suena?

¿Me sigues entonces en este desarrollo de ideas o ya te dio escozor que hablemos del ego? ¡Nada de miedo! Vamos a definirlo y a enfrentarlo. Te veo a la vuelta de un clic…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *